Las creaciones artísticas de Botero están imbuidas de una interpretación "sui generis" e irreverente del estilo figurativo, conocido por algunos como "boterismo", que impregna a las obras iconográficas de una identidad inconfundible, reconocida no sólo por la crítica especializada sino también por el público en general, incluidos niños y adultos, constituyendo una de las principales manifestaciones del arte contemporáneo a nivel mundial.
La original interpretación que el artista da a un variado espectro de temas se caracteriza, desde la plástica, por una volumetría exaltada que impregna a las creaciones de un carácter tridimensional, así como de fuerza, exuberancia y sensualidad, junto con una particular concepción anatómica, una estética que podría enmarcarse cronológicamente en los años cuarenta en Occidente.
Sus temas pueden ser actuales o pasados, locales pero con vocación universal (mitología griega y romana; amor, costumbres, vida cotidiana, naturaleza, paisajes, muerte, violencia, mujeres, sexo, religión y política en América Latina y Europa Occidental, así como bodegones, reinterpretación de obras clásicas, retratos y autorretratos, entre otros), representados con un uso vivo y magistral (desde el punto de vista técnico) del color, acompañado de finos y sutiles detalles de aguda crítica e ironía en cada obra.
Fernando Botero se convirtió en el primer artista vivo en exponer en el Museo Nacional de China en Beijing. Se le considera el artista latinoamericano vivo más buscado del mundo actual, pero su relación con los críticos siempre ha sido de odio y amor.
Al borde de este camino del arte contemporáneo, Botero creó durante cinco décadas una escuela de arte con un graduado: él mismo.
Botero recurrió temáticamente a la situación política colombiana y mundial. Por ejemplo, la serie sobre "Abu Ghraib" está compuesta por 78 pinturas que intentan representar los horrores de la tortura y la guerra, relacionados con la invasión del Iraq por los Estados Unidos y los acontecimientos en la cárcel de Abu Ghraib a partir de las declaraciones de personas torturadas en la cárcel.
En el cuadro destaca la magistral manipulación del óleo, el pastel y la acuarela, así como el dibujo en carbón, lápiz, bistre y sangre sobre lienzo y papel, y en la escultura, la escultura de bronce en varios patines y principalmente en mármol de Carrara.