O modo impressionista
de pintar incorporou-se `a cultura visual de modo irreversível. Foi
muito difícil para a sociedades do final do século XIX, acostumada
a apreciar obras renascentistas, neoclásicas e realistas, comprender
a proposta de construir imagens com a mistura de pinceladas, manchas
e borrões para expressar impressões e percepções visuais.
A primeira vez que o público teve
contacto com a obra dos impressionista foi na exposição coletiva
realizada em Paris em abril de 1874. A princípio a reação ao
movimento foi muito negativa.
Entre os expositores estavam Pierre
Auguste Renoir, Edgar Degas, Camille Pissarro, Paul Cézanne, Alfred
Sisley, Claude Monet e Berthe Morisot, a única mulher do grupo. Só
na década seguinte é que os impressionistas começaram a ser melhor
compreendidos.
Após o término da Segunda Guerra
Mundial, em 1945, o governo frances criou em Paris, o Museu Jeu de
Paume, conhecido também como Museu dos Impressionistas. Em 1986
quando foi inaugurado o Museu D'Orsay, as obras
dos impressionistas foram então para
lá transferidas.
Monet: as cores
inconstantes da natureza
A grande preocupação
de Claude Monet eram as pesquisas que realizava sobre como a luz
solar era refletida na natureza. Mulheres
no Jardim (1886-87)
mostra uma experiencia de pintura ao ar livre, que recriava os
efeitos da luz natural. Esses efeitos também estão em obras como
Impressão, nascer do sol, 1872 e
na série que tem como tema a fachada da Catedral
de Rouen, 1894.
Renoir:
a alegria e o otimismo do fim do século XIX
Pierre-Auguste
Renoir foi um pintor impressionista que conquistou popularidade e
reconhecimento da crítica ainda em vida. Seus quadros manifestam o
otimismo, a alegria e a intensa movimentação da vida parisiense do
fim do século XIX. Exemplos dessa alegria de viver são os famosos Baile
no Moulin de la Galette, 1876, e, O Almoço dos Barqueiros, 1881, em em que as pessoas estão envoltas em uma atmosfera de cores, sorriso
e felicidade.
Degas:
o ambiente fechado, a luz artificial
Apesar
de ter participado do grupo dos impressionistas, Edgar Degas ocupou
uma posição muito particular no movimento. Sua formação academica
e sua admiração por Ingres, pintor frances neoclássico, fizeram
com que valorizasse o traço e não apenas a cor, que era o elemento
mais importante para o Impressionismo. Além disso, o artista foi um
pintor de poucas paisagens e cenas ao ar livre. Os ambientes de seus
quadros são interiores e a luz é artificial.
Junta-se
a essas características o fato de que, na mesma época em que Degas
produzia, surgiram a fotografia e a máquina fotográfica portátil.
A nova técnica de registrar imagens exerceu influencia sobre os
impressionistas, mas foi Degas que se apropriou de dois elementos da
fotografia: o registro instantaneo e os enquadramentos de angulos
inusitados.
Suas
pinturas revelam flagrantes de instantes cotidianos, capazes de
apreender um momento do movimento de um corpo, ou da expressão de um
rosto como é caso de telas com bailarinas, como O ensaio
(1879-80), Duas Bailarinas no Palco (1889) e
O foyer de dança na Ópera da Rua Peletier.
Versión en Español.
Algunos de los
encantadores impresionistas.
La forma impresionista de pintar se incorporó irreversiblemente a la cultura visual. Era muy difícil para las sociedades de finales del siglo XIX, acostumbradas a apreciar obras renacentistas, neoclásicas y realistas, entender la propuesta de construir imágenes con la mezcla de pinceladas, manchas y desenfoques para expresar impresiones y percepciones visuales.
La primera vez que el público tuvo contacto con la obra de los impresionistas fue en la exposición colectiva celebrada en París en abril de 1874. Al principio la reacción al movimiento fue muy negativa.
Entre los expositores se encontraban Pierre Auguste Renoir, Edgar Degas, Camille Pissarro, Paul Cézanne, Alfred Sisley, Claude Monet y Berthe Morisot, la única mujer del grupo. Sólo en la década siguiente los impresionistas comenzaron a ser mejor comprendidos.
Después del final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, el gobierno francés creó en París el Museo Jeu de Paume, también conocido como el Museo de los Impresionistas. En 1986, cuando se abrió el Museo D'Orsay, los trabajos de los impresionistas fueron transferidos allí.
Monet: los inconstantes colores de la naturaleza
La gran preocupación de Claude Monet era su investigación sobre cómo se reflejaba la luz solar en la naturaleza. Mujeres en el Jardín (1886-87) muestra un experimento de pintura al aire libre, que recreaba los efectos de la luz natural. Estos efectos también se encuentran en obras como Impresión, Sol naciente (1872), y la serie de la fachada de la catedral de Rouen (1894).
Renoir: la alegría y el optimismo de finales del
siglo XIX
Pierre-Auguste Renoir fue un pintor impresionista que ganó popularidad y reconocimiento de la crítica en vida. Sus pinturas muestran el optimismo, la alegría y el intenso movimiento de la vida parisina de finales del siglo XIX. Ejemplos de esta alegría de vivir son el famoso Baile del Moulin de la Galette, 1876, y el Almuerzo de los Barqueros (1881), en el que la gente se envuelve en una atmósfera de color, sonrisa y felicidad.
Degas: el ambiente cerrado, la luz artificial
Aunque era parte del grupo de los impresionistas, Edgar Degas tenía una posición muy particular en el movimiento. Su formación académica y su admiración por Ingres, un pintor francés neoclásico, le hizo valorar el trazo y no sólo el color, que era el elemento más importante para el Impresionismo. Además, el artista era un pintor de pocos paisajes y escenas al aire libre. Los ambientes de sus pinturas son interiores y la luz es artificial.
A estas características se añade el hecho de que, al mismo tiempo que Degas producía, aparecieron la fotografía y la cámara portátil. La nueva técnica de registro de imágenes influyó en los impresionistas, pero fue Degas quien se apropió de dos elementos de la fotografía: el registro instantáneo y el encuadre de ángulos inusuales.
Sus pinturas revelan momentos sorprendentes de la vida cotidiana, capaces de aprehender un momento del movimiento de un cuerpo, o la expresión de un rostro, como es el caso de los lienzos con bailarines, como El ensaio (1879-80), En el No Palco (1889) y El foyer de la danza em la Ópera da Rua Peletier.
La forma impresionista de pintar se incorporó irreversiblemente a la cultura visual. Era muy difícil para las sociedades de finales del siglo XIX, acostumbradas a apreciar obras renacentistas, neoclásicas y realistas, entender la propuesta de construir imágenes con la mezcla de pinceladas, manchas y desenfoques para expresar impresiones y percepciones visuales.
La primera vez que el público tuvo contacto con la obra de los impresionistas fue en la exposición colectiva celebrada en París en abril de 1874. Al principio la reacción al movimiento fue muy negativa.
Entre los expositores se encontraban Pierre Auguste Renoir, Edgar Degas, Camille Pissarro, Paul Cézanne, Alfred Sisley, Claude Monet y Berthe Morisot, la única mujer del grupo. Sólo en la década siguiente los impresionistas comenzaron a ser mejor comprendidos.
Después del final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, el gobierno francés creó en París el Museo Jeu de Paume, también conocido como el Museo de los Impresionistas. En 1986, cuando se abrió el Museo D'Orsay, los trabajos de los impresionistas fueron transferidos allí.
Monet: los inconstantes colores de la naturaleza
La gran preocupación de Claude Monet era su investigación sobre cómo se reflejaba la luz solar en la naturaleza. Mujeres en el Jardín (1886-87) muestra un experimento de pintura al aire libre, que recreaba los efectos de la luz natural. Estos efectos también se encuentran en obras como Impresión, Sol naciente (1872), y la serie de la fachada de la catedral de Rouen (1894).
Detalles de muchos de sus cuadros pintados en su jardin de Giverny |
Pierre-Auguste Renoir fue un pintor impresionista que ganó popularidad y reconocimiento de la crítica en vida. Sus pinturas muestran el optimismo, la alegría y el intenso movimiento de la vida parisina de finales del siglo XIX. Ejemplos de esta alegría de vivir son el famoso Baile del Moulin de la Galette, 1876, y el Almuerzo de los Barqueros (1881), en el que la gente se envuelve en una atmósfera de color, sonrisa y felicidad.
Degas: el ambiente cerrado, la luz artificial
Aunque era parte del grupo de los impresionistas, Edgar Degas tenía una posición muy particular en el movimiento. Su formación académica y su admiración por Ingres, un pintor francés neoclásico, le hizo valorar el trazo y no sólo el color, que era el elemento más importante para el Impresionismo. Además, el artista era un pintor de pocos paisajes y escenas al aire libre. Los ambientes de sus pinturas son interiores y la luz es artificial.
A estas características se añade el hecho de que, al mismo tiempo que Degas producía, aparecieron la fotografía y la cámara portátil. La nueva técnica de registro de imágenes influyó en los impresionistas, pero fue Degas quien se apropió de dos elementos de la fotografía: el registro instantáneo y el encuadre de ángulos inusuales.
Sus pinturas revelan momentos sorprendentes de la vida cotidiana, capaces de aprehender un momento del movimiento de un cuerpo, o la expresión de un rostro, como es el caso de los lienzos con bailarines, como El ensaio (1879-80), En el No Palco (1889) y El foyer de la danza em la Ópera da Rua Peletier.