Felipe IV fue mas conocido por su
generoso mecenazgo de las artes que por su destreza militar.
No obstante, el 15 de Mayo de 1644
condujo a sus tropas a una importante victoria militar sobre los
franceses en la localidad catalana de Lérida. Su séquito incluía a
Velázquez, su pintor de corte y amigo íntimo. En la cercana ciudad
de Fraga, Felipe IV posó para ese retrato,
ahora llamado el Felipe de Fraga, com el elaborado traje que
llevó durante la campaña.
El improvisado estudio estaba en
ruinas, con el suelo cubierto de
palla;
Velázquez se vio obligado a abrir una ventana de
par en par para
tener luz suficiente para pintar.
La maestría de la
técnica de Velázquez es evidente em todo el cuadro, ofreciendo una
descripción sumaria del tema, pero com un control total del pincel.
La túnica rosa
brillante, com sus platas, blancos y grises, resalta frente al fondo
oscuro, con una extraordinaria armonía de colores que es única em
Velázquez.
Encontramos también
el característico rigor en
la composición que resulta muy atractivo a los espectadores
actuales. Las formas geométricas del sombrero y la audaz línea del
bastón que Felipe IV sostiene, parecen casi elementos abstratos en
contraste con los
elaborados detalles de su atuendo. Por último está su
extraordinario rostro, totalmente régio y creíble.
Este es uno de los
mejores retratos de todos los tiempos.
Hay relativamente
pocas obras de Velázquez fuera de España y es un lujo que moradores
y visitantes podamos admirarlo en la Frick
Collection de New York.
Rey Felipe IV de España, 1644
Diego Rodriguez de Silva y Velázquez