Frida Kahlo
(1907-1954), una de
las pintoras más
famosas del mundo, es célebre tanto por su colorido arte como por
los traumas físicos y psicológicos de su vida.
Las
pinturas de Frida Kahlo suelen calificarse de surrealistas porque
están impregnadas de simbolismo. Aún así, Kahlo negó ser una
verdadera artista surrealista porque en lugar de pintar sus sueños,
lo que pintaba era una dolorosa realidad ya que tuvo problemas de
salud durante prácticamente toda su vida.
Frida
tampoco era ajena al dolor emocional: tuvo varias aventuras amorosas,
entre ellas la que mantuvo con el líder revolucionário ruso Leon
Trotsky. Su
apasionada relación el artista mexicano Diego Rivera resultó
turbulenta (ambos
tenían
aventuras
extra-matrimoniales)
y
estuvo
salpicada de períodos de separación.
A
pesar de su tortuosa existencia, Kahlo era una figura inspiradora y
politicamente activa, habiendo ayudado a Mexico a forjar su propia
identidad.
De
las 143 pinturas de Kahlo, más de 50 son autorretratos e incluso las
que no lo son estrictamente, son la manifestación artística más
personal de expresión y reflexión. El estilo de su pintura fue
usado para exponer su estado físico y mental y sus circunstancias.
Kahlo
aprendió sola a pintar, tras un grave accidente, en 17 de
Septiembre de 1925, cuando el autobus en que viajaba fue embestido
por un tren. Además de sufir a una fractura triple de pelvis, una
varilla de fierro que literalmente la atravesó y le causó fracturas
de la columna vertebral. La presión medular le acentuó la atrofia
de la pierna derecha y además uno de los piés quedó también
fracturado.
Permaneció
más de siete meses enyesada y encajonada en un artecfato semejante a
un sarcófago. Solo las manos le quedaron libres. Durante esos meses
de inmovilidad y de intensos dolores, transcurridos en su casa de
Coyoacán, nació la pintura de Frida Khalo.
Pintarse
a si misma le pareció lo más cómodo. Los autorretratos parecen
retablos mexicanos; Kahlo se inspiró en las tradiciones folclóricas
y religiosas.
Segín sus propia palabras: “....Así
como
el
accidente
cambió mi camino, muchas cosas no
me permitieron cumplir los deseos que todo el mundo consideraba
normales, y nada me pareció más normal que pintar lo que no se
había cumplido.
La
adición de símbolos emblemáticos de su estado psicológico llena
su obra de intensas emociones y significados ocultos.
Su
creatividad se canalizó hacia la única actividad que sus
condiciones físicas le permitieron desarrollar, y que realizaba con
dolor y limitaciones, pues nunca pudo guardar por mucho tiempo la
misma posición.
Frida
volvió a caminar e incluso a bailar. Trató de llevar, en la medida
del posible, una vida activa. Usó bastón o muletas en largos
períodos y por lapsos le fue necesaria una silla de ruedas.
La
artista soportó veinte y siete intervenciones quirúrgicas.
Cuando
Diego Rivera en 1928 volvió de la Unión Soviética y reasumió la
pintura de murales en Mexico, reconoció inmediatamente la chispa de
talento en los trabajos que ella le enseñó y empezó a visitarla en
su casa. Contrajeron matrimonio en el 22 de agosto de 1929, en la
ciudad de Mexico. Así se inició una compleja e intensa relación
afectiva de tipo simbiótico, que entre oscilaciones profundas y
avatares de todo tipo, habría de perdurar hasta la muerte de la
pintora en el 13 de Julio de 1954.
En 1939, poco después de divorciarse de Diego Rivera (con
quien volveria a casarse en Noviembre
de 1940), Kahlo pintó
Las dos Fridas,
este autorretrato doble en el que plasma sus sentimientos y
distintos aspectos de su personalidad. Más adelante escribiria que
la pintura surgió a la raiz del recuerdo de una amiga imaginaria de
la infancia – de alguien que la apoyaba cuando necesitaba-, y
admitió que la obra expresaba la desesperación y soledad que sintió
al separarse de Rivera.
Apartándose
tanto de la convenciones sobre la belleza como de las expectativas
sociales, Frida Kahlo retrata dos aspectos de su propio ser. Las dos
mujeres idénticas y sentadas en un mismo banco, se dan la mano
delante de un cielo tormentoso. La de la izquierda lleva una prenda
europea moderna como las que usaba antes de casarse con Rivera. Tras
el matrimonio optó por la ropa tradicional mexicana, como lleva la
Frida retratada a la derecha. La Kahlo mexicana sostiene un relicario
con la imagen de Rivera. La agitación del cielo del fondo y el
corazón sangrante simbolizan su sufrimiento.
Ambas
mujeres tienen el corazón al aire y el de la Frida europea está
cortado y abierto. La artéria principal, procedente del corazón
abierto de la izquierda, está cortada por una pinza quirúrgica.
La
sangre sigue chorreando sobre el vestido blanco mientras los
tormentosos cielos, repletos de agitadas nubes reflejan su tormenta
interior.
Realizó
esta obra para participar en la cuarta Exposición Internacional del
Surrealismo, que se llevó a cabo en la legendaria Galeria de Arte
Mexicano. Por tanto, diríase que le puso su mayor empeño y
capacidad creativa. En esa obra reunió la síntesis absoluta de su
condición como mujer y como artista. Es el manifiesto de una
pintora, el gesto supremo de una existencia que parece haber
encontrado su destino, aunque haya sido brevemente.
Dados
recopilados
a partir de información
incluída en:
- A Biography of Frida Kahlo, Hayden Herrera
- Frida, una vida abierta, Raquel Tibol
- The short story of Art, Susie Hodge
- Art: The whole story, Stephen Farthing
- Frida Khalo, la pintora y el mito, Teresa del Conde