“El triunfo de Baco” o “ Los
Borrachos”
Diego de Velázquez
(1628-1629)
Museo del Prado, Madrid.
En “Los
Borrachos” rien los personajes. El autor
no ríe. Ni simpatiza com el vicio de aquellos ni, en guisa de
predicador moralista, se entristece sobre su mal. Anota y revela
indiferente, com una serenidad que se diria de la ciencia, el brillo
de la alegria, como la mueca lamentable de la estupidez. Dos desnudos
también, aunque Baco es figurado aqui por un pícaro de taberma de
suburbio, como los outros. Gentes de
andrajo, que la ágil, la desembarazada
pincelada acarició , com el infalivel desleimiento curvilineo de la
pasta, tan amorasamente como acariciara una tíbia carne o un suave
terciopelo.
No solo a Don Quijote se
le convierten los castillos em posadas, las princesas en maritornes.
Esa es desdicha muy española. Velázquez, por el mismo tiempo,
trueca las mitologías em rufianerías.. Pero el arte todo lo redime;
y cuando dá em convertir al Díos em pícaro es para, a su manera,
elevar, com la imortalidad, el pícaro a Dios.